“Se suele asociar el desapego a la indiferencia y a la apatía. Es un error. Al contrario, se trata de amar con independencia y generosidad, sin adicciones afectivas; apreciar sin perseguir las ataduras obsesivas.
El gran aprendizaje reside en adoptar el enfoque alternativo del desapego. Consiste en disfrutar de lo que se nos presenta en cada instante, sin echarlo de menos después. Regocijarse sin crear dependencia alguna. Es vivir el presente en toda su magnitud, con la actitud de poder renunciar a lo que sea necesario, porque contamos con la íntima convicción de que nada de lo material que poseemos ahora es crucial para nuestra felicidad.” (Mónica L. Esgueva)